Daniel Monzón arriesgó tras el éxito de Celda 211 y El Niño. Esta vez trabajando el género de la comedia. La película refleja la dualidad de los seres humanos, la ambición, la codicia, la debilidad…El filme que se desarrolla en un crucero es una fábula de las reacciones de las personas cuando los planes cambian de rumbo.

El argumento de la obra versa sobre el intento de un robo multimillonario a uno de los tripulantes del barco, el descubrimiento Joan Pera, que encarna a un viudo entrañable lleno de matices y que resuelve con éxito. Luis Tosar abandona su personaje violento de Celda 211 para transformarse en un audaz ladrón sin escrúpulos.

La película de Monzón  tiene varias subidas y bajadas de tono que envuelve en una comedia fresca a pesar de lo predecible del guión. No cae en los tópicos pero resuelve con simpleza las escenas de comedia. Abarca varias subtramas que no tienen ninguna continuidad durante el desarrollo de la película además de que los números musicales distraen de la línea argumental y alargan innecesariamente el filme.