logo twMarcos H. De la Morena 

En una maniobra relámpago, el presidente Trump ha decidido que someterá a una profunda revisión a todos los servicios de inteligencia americanos. Para ello, pondrá al frente de esta operación a un íntimo amigo suyo, el multimillonario Stephen A. Feinberg.

Esta decisión hace más que evidente la ruptura con los servicios secretos que provocó la llegada de Trump a la Casa Blanca. En menos de un mes de mandato, el presidente ya ha causado el recelo de gran parte de estos servicios y de sus altos cargos. A esto, según han informado The New York Times y CNN, se debería la particular ‘limpieza’, ya que incluso se habría dejado de informar al ‘hombre más poderoso del mundo’ de ciertos temas sensibles para la nación, con el objeto de evitar que se filtraran.

Esta ruptura, que surgió durante la campaña electoral, no ha dejado de hacerse más grande conforme pasaban más días de órdenes cuanto menos discutibles en el Despacho Oval. Para los servicios de inteligencia americano, el problema es Trump. La desconfianza en él es tal que poco a poco las agencias de inteligencia han ido informándole de menos ‘temas de estado’, ya que aseguran que en cualquier descuido el presidente podría hacerlos públicos y comprometer la seguridad del país.

El origen de estas ‘medidas extraordinarias’ estaría vinculada a la admiración mostrada por Trump hacia el presidente ruso, Vladimir Putin. El magnate americano ha defendido siempre su amistad con el ex oficial del KGB, a quien considera “un bien valioso para el país “. El supuesto ‘fraude electoral’ que se habría cometido en la campaña estadounidense gracias a la inteligencia rusa, fue el punto de ruptura total entre los servicios secretos americanos y el propio Trump. Además, en aquellos momentos el aún presidente Barack Obama imponía sanciones al Kremlin por su juego sucio en las campañas electorales de otros países.


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