Diana Fernández – @diana_Fedz
Granados fue que sí. Lucía Figar fue que sí. Salvador Victoria fue que sí. Y después de los mencionados y de otros tantos que han convivido mano a mano con la corrupción, Esperanza Aguirre se permite el lujo de hacer campaña de su gobierno en pleno juicio de una de las tramas más relevantes del Partido Popular. Y de no venir llorada de casa para, ante la prensa, las televisiones, la política y el mundo entero decir que, ojalá, su eterna mano derecha, Ignacio González, no termine en el interminable saco de corruptos de todos los partidos que avalan este país porque una vez más sería «lamentable».
Esperanza Aguirre se ha preocupado mucho de no ser un anfitrión dócil de los empresarios, aunque no es la imagen que devuelve el espejo, ni las listas de imputados. También se ha preocupado de la defensa de la firmeza democrática y por supuesto, de su cargo. Pero el PP de Madrid en sus años de gobierno se ha convertido en un agujero negro, otro más, en la historia de la formación que acumula méritos para mantenerse en el primer puesto de la lista sin tampoco mucho que envidiar a los demás.
Aguirre tenía a González como «hombre para todo», y para todo fue, presuntamente. Las horas de tajo del expresidente de la Comunidad de Madrid eran también al otro lado del charco para gestionar comisiones del Canal de Isabel II. Y con González mutilando el gobierno de Aguirre surge de nuevo la envejecida y anquilosada historia de Francisco Granados y su forma de disponer en política, que se vio truncada por unos cuantos millones que le hacen dormir entre rejas.
Pero en pleno órgano democrático resulta que el fiscal Manuel Moix intentó frenar las investigaciones que implicaban a Ignacio González intentando dar un respiro al legado de errores electos de Esperanza Aguirre. Así son los ciudadanos de las bondades de este país.
Y como componente de parodia de está red de despropósitos de Aguirre, Marhuenda, director de La Razón, pone en jaque el ejercicio de la prensa con amenazas y coacciones a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.
La credulidad de los súbditos de la ex presidenta aniquila su inocencia mediática. ¿Qué pasa con los cargos electos de Aguirre?. Esta vez ha sido González y todo su alrededor, presuntamente. Antes fue la cúpula de Granados, sus amistades con Marjaliza y los apoyos de Figar. Señora Aguirre, ¿le queda esperanza?.