La ley con la que el actual presidente de los Estados Unidos pretendía eliminar el gran legado del exmandatario Obama ha sido rechazada, debido al voto en contra del partido demócrata y además, de la confrontación con cuatro de sus senadores republicanos.
La división interna del partido conservador es cada vez más intensa. Gran parte de los congresistas del partido más a la derecha en Norteamérica rechaza el liderazgo de Trump, y gran muestra de ello es este fracaso a la hora de derogar el Obamacare, el cual suscitó una gran agitación en las filas republicanas cuando salió adelante. Sin embargo, que el magnate no haya contado con el número suficiente de apoyos aun teniendo mayoría parlamentaria demuestra que ni siquiera la oposición ideológica con los demócratas supera al rechazo interno a Trump.
Aun con este inesperado batacazo, el presidente americano tiene un nuevo plan para conseguir su objetivo: tramitar en primer lugar la derogación del Obamacare y más tarde plantear un nuevo proyecto de sanidad para todos los estados. Es decir, dividirlo en dos procedimientos separados en lugar de una sola propuesta de ley como se planteaba hasta ahora.
Los grandes argumentos de Trump a la hora de eliminar el Obamacare se basaban en que se trataba de un sistema destinado a subvencionar a las compañías de seguros y los cálculos de riesgo, en lugar de mejorar la atención al paciente. Su propuesta por tanto era reducir los subsidios que actualmente existen por enfermedad o dependencia, y recortar la expansión de las ayudas individuales a pacientes, para “aligerar” así las cargas burocráticas.
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